La situación en el Club de Deportes Naval de Talcahuano se agrava a contrarreloj, con solo cinco fechas por disputar en la Tercera División A.
Este martes, el plantel decidió no presentarse a los entrenamientos bajo la dirección del técnico interino, en una medida de fuerza que pone en jaque la continuidad del equipo en la competencia. El detonante: casi dos meses de sueldos impagos por parte de la dirigencia, que ha sumido al club en una espiral de inestabilidad económica y deportiva.
La protesta, que estalló en la mañana de ayer en las instalaciones del club, refleja un descontento acumulado que viene gestándose desde el inicio de la temporada. Fuentes cercanas al plantel revelaron que los jugadores, liderados por sus capitanes, entregaron un ultimátum claro: o la comisión directiva regulariza los aportes económicos pendientes –incluyendo sueldos, bonos y cotizaciones previsionales– en un plazo perentorio, o abandonarán masivamente la institución. «No podemos seguir jugando con la panza vacía y la familia en la incertidumbre», habría declarado uno de los futbolistas en una reunión interna, según testigos.
En su etapa en divisiones superiores, el club ya enfrentó descensos forzados por deudas, como en 2016, cuando la ANFP le descontó puntos por incumplimientos salariales y hasta por no presentar al equipo en un partido clave ante Magallanes. Hoy, en la cuarta categoría del fútbol chileno, la historia parece repetirse: el equipo penquista marcha en zona media de la tabla, pero con un rendimiento irregular marcado por derrotas inesperadas y un ambiente enrarecido.
El punto de quiebre se precipitó el lunes, cuando la dirigencia anunció la salida del entrenador Alejandro Pérez, un «fin de ciclo» que el propio DT confirmó al despedirse del grupo en la mañana del martes. Pérez, quien asumió con expectativas de estabilizar el barco, deja un legado de resultados mixtos: victorias clave en casa, pero tropiezos en duelos directos que han alejado al «Ancla» de los puestos de ascenso. «Los números no mienten: varias derrotas, inestabilidad en el cuerpo técnico y problemas internos han generado un ambiente tenso», comentó un analista local en redes sociales, aludiendo a la presión de una hinchada que, pese a su lealtad histórica, comienza a mostrar signos de fatiga.
La directiva, encabezada por figuras que prometieron un «salto de calidad» al inicio del año, no ha emitido un comunicado oficial hasta el cierre de esta edición. Sin embargo, en círculos futbolísticos de la Región del Biobío se habla de reuniones de emergencia para buscar inversionistas o un salvataje temporal. El próximo desafío de Naval es el sábado ante Malleco Unido, un partido que podría jugarse con «patas de plomo» si no se resuelve el impasse.
La comunidad navalina, orgullosa de su legado desde la fundación en 1944 bajo el alero de la Armada de Chile, observa con preocupación. ¿Sobrevivirá el «Ancla» a esta tormenta, o se convertirá en otro caso de un club chileno devorado por la crisis? Por ahora, el balón está en la cancha de los dirigentes. El plantel espera respuestas, no excusas.
Imagen: Naval de Talcahuano (Facebook).